Uno de los rostros más duros de la pandemia será el desempleo. Las cifras, que a nivel nacional llegan al 11,2% y en la Región del Biobío al 8,6% en el último trimestre móvil, aún no dan cuenta del efecto que el confinamiento generará en el mercado laboral.
La suspensión de contratos laborales que obliga a los empleadores a pagar las cotizaciones, mientras los trabajadores reciben ingresos del Seguro de Cesantía ha evitado que el indicador se dispare. Pero las expectativas no son buenas. Muchos ya hablan de un 20% de desempleados en el país. Si bien la situación es dramática para cualquier trabajador, sobre todo para aquellos menos calificados, el panorama se complica para las personas mayores de 50 años.
Felipe Parra Muñoz, psicólogo y académico de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián, dice que, para aquellos que enfrenten la pérdida del empleo, es relevante hacer una correcta lectura de sí mismo y de las circunstancias. “Tener un sentido de realidad asociado a lo bueno y lo malo que ocurre dentro y fuera es una sencilla, pero efectiva medida”.
El profesional, quien cursó un magíster en Desarrollo Organizacional y Recursos Humanos, indica que es necesario asumir que, considerando los tiempos que vivimos, la posibilidad de perder el empleo es más frecuente. Ante este escenario, se debe “mirar cómo se encuentra la industria en la cual se posee experiencia, qué habilidades son las más destacadas por su perfil profesional y qué redes de contactos puede o no tener. Eso ayuda a saber en qué condiciones estamos para enfrentar este difícil momento”.
No cabe duda de que las circunstancias son más complejas hoy para buscar un trabajo. “Una de las dificultades es el escenario económico y cómo éste afecta el desarrollo de determinadas industrias, ya sea por las bajas proyecciones de crecimiento como por la alta probabilidad de que el mercado laboral sea más competitivo”.
Pero además del contexto, pueden observarse dificultades personales. “Desde una mirada personal, la adaptación a formatos remotos donde el rol laboral y el rol dentro del hogar poseen límites difusos es algo que toda generación está viviendo hoy y puede verse acrecentado por la brecha digital”, plantea Parra.
Efectos personales
Perder el empleo no es sólo sinónimo de dejar de percibir una fuente de ingresos. Junto con eso, se pierden relaciones, un rol dentro de una organización, una rutina. Los efectos dependen de las características personales. “Esto en relación con cómo funciona la persona con la tolerancia a la frustración, el gestionar la incertidumbre, cómo maneja sus expectativas y cómo puede hacer una rutina sin tener un grado de control que podría haber tenido previamente”, dice Felipe Parra.
Agrega que todo lo anterior “influye en el autoconcepto y, considerando que lo más probable es que la persona no haya tomado tal decisión, merma el concepto que posee de sí mismo y su percepción de autoeficacia, es decir, qué tanto confío en que soy capaz de lograr lo que me propongo”.
El especialista aconseja no aislarse, “ya sea en el plano familiar, profesional o social, es algo que puede ser determinante para salir airoso en este tiempo, pues una red de contención puede hacer una diferencia”.
El psicólogo entrega otras recomendaciones como comentar a su círculo que está buscando empleo, tener horarios determinados para estos fines y abrir las opciones a formatos como el teletrabajo. “Finalmente, mantenerse activo en instancias online por ahora, y eventualmente presenciales cuando las condiciones lo permitan, puede ser un apoyo para mantener una determinada rutina, por ejemplo, participar de webinars gratuitos, ser activo en grupos de discusión sobre su industria u ocupación, e incluso para algunos es una buena opción realizar acciones probono”, concluye.