Mario Quezada-Aguiluz
Microbiólogo Universidad de Concepción
Coordinador Eje Educación CRT Biobío
Esto parece un sueño, o más bien una pesadilla. Parecía que, luego de 2 años de pandemia, comenzábamos a ver la luz al final del túnel, cuando de pronto otro microrganismo emerge desde un continente lejano y nos trae recuerdos latentes del inicio de la actual pandemia.
Se trata de la viruela símica o monkeypox, y si bien es cierto, su nombre nos hace pensar que es un virus proveniente del mono, se estima que los rodentios -el Orden al cual pertenecen los roedores- son los principales hospederos de este virus, y quienes han causado los principales brotes en el pasado.
Desde el punto de vista microbiológico, la viruela símica es causada por el virus Monkeypox virus, un pariente cercano del Variola virus, y comparten tantas similitudes entre sí, que se estima que la vacuna contra la viruela ofrece hasta un 85% de cobertura contra el Monkeypox virus.
Historia con humanos
En 1970 se reporta el primer caso de viruela del mono y no fue sino hasta el año 2003 que se produjo el primer brote masivo fuera de África, específicamente, en los Estados Unidos. Posteriormente, se registraron algunos casos aislados entre el 2018 y 2021 en Israel, Reino Unido y nuevamente en los Estados Unidos.
El 4 mayo de 2022 volvimos a tener noticias de este virus. Esto ha encendido las alarmas en la comunidad, debido a lo poco frecuente que se reportaban brotes fuera de África, lugar donde se considera una enfermedad endémica. La contingencia actual por la pandemia del virus SARS-CoV-2, nos levanta una serie de interrogantes, y el fantasma de una nueva epidemia mundial agobia a muchos. Sin embargo, este virus es muy diferente al causante de la COVID-19. En principio, no es un virus respiratorio, por lo que las tasas de contagio son considerablemente más lentas en el Monkeypox.
La composición del genoma es otra característica en la que difieren ambos virus: por un lado el SARS-CoV-2 es un virus ARN lo que lo hace muy propenso a la generación de mutaciones y la aparición de nuevas variantes, dado por las ventajas adaptativas de estas. El virus de la viruela símica, por el contrario, es un virus ADN de doble hebra, en cuyo caso la tasa de mutaciones es menor. La principal vía de contagio de este último es el contacto estrecho con las lesiones de una persona infectada, así como también con fluidos de membranas mucosas, con su ropa o sábanas y el contacto sexual.
Si bien es cierto, los síntomas comunes entre la COVID-19 y la viruela símica comienzan con fiebre, dolor de cabeza y dolor lumbar, a la manifestación clínica de la viruela del mono se suma la inflamación de los ganglios linfáticos y las erupciones cutáneas que aparecen entre 1 a 3 días después de la aparición de la fiebre, junto a las lesiones y pústulas. Además, la infección suele curarse espontáneamente después de 3 a 4 semanas de la aparición de los síntomas.
Por ahora no existe un tratamiento clínico aprobado para la viruela del mono, sin embargo, un antiviral utilizado en el tratamiento de la viruela ha sido estudiado para su uso en viruela símica, sin datos clínicos concretos que demuestren aún su efectividad para este patógeno. Otras 2 terapias mencionadas en algunos estudios son el antiviral Cidofovir y la inmunoglobulina Vaccinia, tampoco aprobadas aún. Actualmente, existen 2 vacunas aprobadas por la FDA: ACAM2000 y Jynneos; esta última utilizada por Estados Unidos y el Reino Unido para los trabajadores de la salud expuestos a pacientes infectados.
Hasta la fecha, y aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) no cree que este brote masivo pueda provocar una pandemia, se encuentra evaluando la posibilidad de declarar la viruela símica como “Emergencia de Salud Pública de importancia internacional”, lo cual ayudaría a acelerar la investigación y financiamiento para contener esta infección.
Si bien es cierto la OMS sostiene que este virus es contenible, hacemos el llamado a evitar el contacto con personas que manifiesten alguno de los síntomas, debido al anuncio del primer caso de este virus en Chile.
Es muy importante que los casos confirmados mantengan el aislamiento por al menos 21 días. Aun cuando el virus no se propaga por el aire, la exposición prolongada a las gotas de saliva de personas infectadas, representa un riesgo de transmisión de este; por lo cual el uso de mascarillas y el distanciamiento físico -medidas ya internalizadas por la población debido a la actual pandemia- pueden ser fundamentales en la contención de este.
WWW.CRTBIOBIO.CL